El
tema de la ciencia, tecnología e innovación (CTI) ha ido pasando de un mero
discurso en la agenda política del país a un área de acción en la política
pública.
Uno
de los primeros avances fue dejar de hablar de la economía del conocimiento
como si fuera un estadio al cual es posible acceder sin ningún esfuerzo y tener
conciencia de que el país ha estado creciendo más en base al aumento de
factores y menos en base al aumento de productividad.
Asimismo,
ha sido importante reconocer que somos uno de los países que menos gasta en
investigación y desarrollo (I&D) en la región. Desde el 2004, seguimos
dedicando alrededor del 0,15% del PBI en I&D, a pesar de haber crecido a un
ritmo de 7% anual.
Solo
el 0,8% de nuestras exportaciones puede calificarse de alta tecnología frente a
un promedio regional de 4,3% y 3,5% de las mismas son consideradas de mediana
tecnología frente a un promedio de 9,5%.
Sin
embargo, se han hecho algunos esfuerzos para aumentar el financiamiento de las
actividades de CTI; el primero de estos fue la implementación del Programa
Incagro, el segundo fue la implementación del Programa de Ciencia y Tecnología
(Fincyt) y el tercero el Fondo de Investigación y Desarrollo para la
Competitividad (Fidecom).
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